En este blog podrás obtener la información actualizada de los distintos pasos y avances que se están produciendo en nuestros Centros y Servicios para implantar un Sistema de Gestión de la Calidad.


jueves, 8 de abril de 2010

PREMIOS BUENAS PRÁCTICAS CATEDRA UNESCO DIRECCIÓN UNIVERSITARIA

El Telescopi Cudu abre una convocatoria para presentación de buenas prácticas al banco de experiencias durante el primero semestre de 2010. La convocatoria invita a las universidades a presentar experiencias que estén relacionadas con una de las siete áreas temáticas que abarca el Observatorio:

1)      Estrategia
2)      Personas
3)      Alianzas y Recursos
4)      Liderazgo
5)      Procesos, Productos y Servicios
6)      Clientes
7)      Resultados
Os invitamos a divulgar esta convocatoria en vuestra universidad y a presentar buenas prácticas a través de la página web del Telescopi donde se puede descargar el formulario de presentación.

Las propuestas deberán enviarse hasta el 15 de Mayo.

Informaciones sobre los criterios de presentación y selección de las prácticas, se pueden consultar directamente en la web del Observatorio http://www.upc.edu/cudu/telescopi/

miércoles, 7 de abril de 2010

Reflexiones sobre el análisis de un sistema de innovación

Reflexiones sobre el análisis de un sistema de innovación

Encuentro de rectores Añadir un comentario
A lo largo de la historia las universidades han experimentado profundos cambios, tanto en sus niveles de organización, como en sus competencias y fines institucionales. La vieja institución universitaria se ha transformado radicalmente, pasando de ser la fuente principal del conocimiento y el saber, a convertirse en uno de los principales agentes del proceso de cambios sociales, económicos y culturales que han experimentado las sociedades modernas.
Hoy, la Universidad es considerada como una de las instituciones mejor preparadas para afrontar los retos de la sociedad del futuro y, sobre todo, es reconocida como un pilar fundamental del nuevo modelo productivo que se articula en torno al conocimiento, la tecnología y la innovación.
Y es precisamente la definición de un sistema de innovación, basado en el conocimiento y en la transferencia tecnológica, lo que justifica las reflexiones que se esbozan a continuación:
Los centros públicos de investigación y las universidades constituyen la piedra angular del sistema de innovación, en el que además deben participar las Administraciones Públicas y el sector productivo.
En el nuevo modelo económico, basado en el conocimiento, las instituciones de educación superior desempeñan un papel fundamental, produciendo, transmitiendo y difundiendo el conocimiento a la sociedad, generando nuevas ideas, formando al personal científico y técnico, y transfiriendo los resultados de la investigación al tejido productivo para solucionar los problemas y para hacer avanzar a la sociedad.
Este nuevo enfoque otorga a la Universidad un papel mucho más activo en la sociedad, convirtiéndola en principal impulsora del proceso de cambios y en motor del desarrollo económico, social y cultural.
Esta nueva concepción, que sitúa a la Universidad en el corazón de la sociedad, como eje transversal de las políticas de desarrollo que la hacen avanzar, ha dado lugar a que las instituciones académicas de educación superior adquieran una nueva función: la que se ha dado en llamar la “tercera misión” de la Universidad. Una misión complementaria de sus funciones básicas: docencia e investigación. Una misión que abarca todas las actividades relacionadas con la generación, uso, aplicación y explotación del conocimiento.
En este contexto, que es global y que afecta a la sociedad en general, resulta complicado establecer un juicio exacto sobre la situación real del sistema de innovación en el ámbito iberoamericano, debido fundamentalmente a su extensión, a su heterogeneidad y, sobre todo, a su carácter transnacional. No obstante, es preciso destacar que los componentes fundamentales de ese sistema de innovación se encuentran bien establecidos, mediante modelos, y que hay una clara interrelación entre ellos, condición esencial para poder asentar las bases de un  modelo de progreso económico y de bienestar social que redunde en una mejora sustancial de la calidad de vida de los ciudadanos en este espacio territorial.
Un sistema de innovación está integrado por cuatro agentes principales: el tejido empresarial, los recursos de I+D, las actuaciones públicas y el entorno socio-económico (ver figura 1).

Figura 1. Los componentes del sistema de innovación
Por lo que respecta, en primer lugar, al tejido empresarial, las innovaciones se convierten en productos comerciales, y su grado de innovación depende del porcentaje de empresas innovadoras, de su esfuerzo en I+D, de la cultura innovadora y de la especialización sectorial. También afectan a la innovación empresarial factores tales como la rivalidad interna, la apertura del mercado, el nivel de internacionalización y la existencia de clientes sofisticados y exigentes.
En cuanto a los recursos de I+D, que integran el segundo agente del sistema de innovación, constituyen toda la infraestructura de apoyo a la innovación empresarial. En ésta están integrados los recursos humanos y materiales para la I+D, los expertos en tecnologías, las soluciones a los problemas técnicos y de gestión, la información o  los servicios de naturaleza tecnológica.
Estos recursos de I+D pueden tener un carácter privado, como ocurre con los Centros de Formación, los Centros Tecnológicos, los Servicios de Información y Consulta, e incluso los Parques Tecnológicos. Y pueden ser, también, de carácter público, como sucede con los Organismos Públicos de Investigación, las Universidades o los Centros de Transferencia de Tecnología. Estos últimos poseen como misión asegurar la difusión de las innovaciones en el sistema y facilitar la interacción entre los distintos elementos del mismo.
Por lo que se refiere a las actuaciones públicas, que constituyen el tercer eje del sistema de innovación, se manifiestan  a través de la denominada política tecnológica, que viene definida como la intervención gubernamental en el proceso económico con la intención de afectar al proceso de innovación tecnológica. Estas actuaciones públicas han de tener en cuenta una serie de límites, que están en función de las capacidades y del nivel tecnológico y empresarial del tejido industrial.
La intervención gubernamental puede producirse por diferentes vías. El gobierno puede actuar como un usuario más de las tecnologías. Puede influir en el sistema de innovación mediante la regulación y adaptación del marco jurídico a las necesidades de la actividad innovadora. Puede propiciar la concentración regional de las actividades innovadoras, así como fomentar la creación de centros de apoyo a las necesidades innovadoras o incidir en la educación y en la formación.
Por último, el entorno socio-económico, como cuarto eje del sistema de innovación, influye de forma indirecta sobre la capacidad tecnológica del tejido empresarial. El sistema educativo y las cualidades del capital humano influyen sobre el número de personas cualificadas que se puedan dedicar a la producción de nuevas tecnologías. De hecho, la educación en sí misma constituye un mecanismo eficaz de transferencia de tecnología.
En el entorno socio-económico también se incluyen los aspectos financieros. En concreto, la existencia de recursos suficientes para hacer frente a los riesgos de la innovación, que es una de las demandas más realizada por los empresarios.
Otro de los factores que influyen en un sistema de innovación es la transferencia. La transferencia consiste en la acción de difundir la innovación entre todos los elementos del sistema. Para desarrollar todas sus potencialidades sería conveniente adoptar un modelo lineal de transferencia, en el cual la investigación básica se convierta en innovación,  a través de dos pasos intermedios: la conversión de investigación básica en investigación aplicada, y la transformación de esta última en tecnología. De este modo, se denomina proceso de transferencia a la conversión de resultados de la investigación aplicada en una tecnología.
A pesar de todo lo cual, es preciso destacar que este modelo lineal de transferencia, ha dado lugar en el espacio económico europeo a la denominada paradoja europea, en la cual niveles excelentes de resultados científicos provocan escasas innovaciones tecnológicas. El modelo lineal de la transferencia se detalla en la figura 2.

Figura 2. Modelo lineal de la transferencia de tecnología.
Por otro lado, es preciso poner de relieve que las universidades y los centros de investigación asumen entre sus funciones la generación de nuevos conocimientos a modo de resultados de investigación, tanto básica como aplicada. Éstos resultados deben ser transferidos del mundo científico al ámbito empresarial, mediante mecanismos de transferencia de resultados. Es decir, se trata de convertir conocimientos científicos aplicándolos en tecnologías útiles para el tejido empresarial.
Cuando se produce esta transferencia se introduce una nueva tecnología que genera una innovación tecnológica y, un suma, un desarrollo tecnológico.
Por último, cuando la nueva tecnología se introduce en el mercado es cuando realmente se puede hablar de innovación.
A pesar de todo lo cual, ésta no es una tarea fácil, sobre todo, porque los actores implicados se encuentran en dos mundos que hablan lenguajes distintos y poseen intereses diversos.
Llegados a este punto, sobre la base de los modelos definidos, de acuerdo con el conocimiento que me ha dado la experiencia, tomando como referencia la profusa literatura existente sobre este tema y atendiendo a las aportaciones realizadas a través del portal de Universia, por investigadores, tecnólogos, empresarios y ciudadanos en general, voy a realizar un análisis de la situación iberoamericana en el ámbito de la ciencia, la tecnología y el retorno que produce al entorno socioeconómico.
Para ello voy a partir de una idea, la denominada “tercera misión” atribuida a las universidades, aquélla relaciona a las instituciones de educación superior con la generación, uso, aplicación y explotación del conocimiento.
Una misión que  ha comportado cambios sustanciales en el gobierno de la Universidad, y que ha dado lugar a la creación de nuevas estructuras dirigidas a promover y gestionar las relaciones Universidad-Empresa, y destinadas a potenciar los procesos de comercialización de resultados de la investigación. Estas nuevas estructuras son de creación relativamente reciente en la mayoría de los países (menos de 20 años) y presentan la singularidad de que se dedican a la gestión de instrumentos no habituales en el marco de las administraciones públicas, con enfoques divergentes. Son las Oficinas de Transferencia de Resultados de la Investigación.
Por lo que respecta a las universidades latinoamericanas, también han diseñado, en los últimos años, estructuras específicas con esta finalidad. Es  el caso de México, Brasil o Chile a finales de los años ochenta de Argentina, Colombia, Venezuela y Costa Rica en la década de los noventa.
No obstante, ha sido en la última década, ya en el siglo XXI, cuando las universidades latinoamericanas han contemplado las relaciones con el sector productivo como una de sus líneas estratégicas de actuación, poniendo en marcha las denominadas Unidades de Vinculación. Ahora se hace  necesario incidir en la formación y cualificación de sus responsables, potenciando la adquisición de nuevos conocimientos y capacidades. Siendo, precisamente, esta necesidad de profundizar en la profesionalización de los responsables de la transferencia científica y tecnológica, uno de los retos principales de las universidades de este ámbito territorial.
En general, si bien los responsables de las universidades latinoamericanas han sido conscientes de la necesidad de intensificar y organizar adecuadamente las relaciones entre la universidad y su entorno socioeconómico, tal como han puesto de manifiesto diversos investigadores, la tendencia actual en los países iberoamericanos ha sido la adopción de esquemas y modelos de vinculación derivados de la experiencia de países más avanzados, en muchos casos sin la crítica ni la reflexión adecuadas.
Todo lo cual ha conducido a la creación de espacios favorecedores de los procesos de innovación, tales como los Parques Tecnológicos o las Incubadoras de Empresas de Base Tecnológica, en contextos en los cuales las características de las universidades y del sector productivo, no eran las más adecuadas para ello.
Por otra parte, dado que la actividad de vinculación es relativamente reciente, por lo menos con un carácter formal, el grado de profesionalización de dicha actividad no está suficientemente desarrollada. De hecho, con algunas notables excepciones (Red OTRI española, cursos de la OEI, encuentros universitarios nacionales, Red Vitec de Argentina), los espacios existentes en Iberoamérica para el intercambio de experiencias y para la formación específica en temas relacionados con la gestión de la relación Universidad-Empresa han sido escasos y dispersos, por lo que es necesario potenciarlos.
Para contrarrestar estas deficiencias, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID), ha puesto en marcha recientemente una iniciativa encaminada a crear una Red Iberoamericana para la formación de Gestores de las Relaciones Universidad-Entorno Socioeconómico (Red IBER-RUES) con objeto de que se lleve a cabo un mayor seguimiento de las iniciativas de formación emprendidas, que contribuya a favorecer el intercambio de conocimientos entre las diferentes redes nacionales o regionales que están iniciando su actividad en los países de Iberoamérica.
Esta red pretende cumplir un doble objetivo. Por una parte, contribuir a la profesionalización de las actividades que definen las relaciones  Universidad-Empresa, a través de programas de formación y de intercambio de experiencias. Y  por otra parte, convertirse en un espacio de reflexión orientado al análisis y la adecuación de las estrategias y modelos de vinculación más acordes con las características del contexto iberoamericano en general, y de cada país o región en particular.
En este sentido, para realizar un análisis del estado actual, resulta necesario ir a cada uno de los componentes del denominado sistema de innovación e identificar las relaciones existentes entre ellos, teniendo en cuenta que se encuentran inmersos en un entorno económico-social determinado.
Todo ello, debe llevarse a cabo a través de una metodología que proporcione un diagnóstico claro en dos ámbitos muy concretos: las funciones de la academia, del tejido productivo y de la administración, en un primer estadio, analizando después sus interacciones.
Lo que, sin duda, requiere establecer un sistema de indicadores, que a modo de cuadro de mandos, dé una visión del sistema que permita la toma de decisiones. En concreto, se deben definir variables objetivas que permitan medir el grado de producción científica y tecnológica de las universidades, así como su capacidad de transferencia de conocimiento. Asimismo, se debe tener en cuenta su capacidad de formación, tanto para producir una masa crítica de científicos y tecnólogos, como de emprendedores llamados a renovar el tejido empresarial.
Por otro lado, se debe medir el grado de innovación del tejido empresarial para conocer su capacidad para producir nuevos productos o servicios, así como las nuevas formas de comercialización o de fabricación.
Finalmente, se necesitan indicadores de interacción entre la academia y la industria, de forma que se determine que parte del “saber hacer” de las universidades da lugar a conocimientos no comercializados hasta el momento y qué parte de ese “saber hacer” puede dar lugar a una innovación, cuánto desarrollo empresarial es apoyado por la investigación universitaria, y lo más importante, cuál es la capacidad de las empresas para absorber mano de obra cualificada procedente de las universidades.
Todos estos indicadores conducen inexorablemente a identificar los problemas del “sistema de innovación” que la Administración tendrá que solventar, mediante programas o medidas específicas.
Precisamente en este sentido, es necesario destacar que entre las cuestiones clásicas que provocan desajustes en el ámbito de las universidades y las empresas destacan las siguientes:
•    Problemas de las Universidades:
o    La I+D no se encuentra suficientemente orientada hacia las demandas empresariales.
o    No se conocen las necesidades tecnológicas de las empresas.
o    Hay un desequilibrio entre la formación y las necesidades de las empresas para innovar.
•    Problemas en las empresas:
o    La baja consideración de la innovación como elemento de competitividad.
o    Las PYMES desconocen la oferta tecnológica universitaria.
o    La escasa cultura de cooperación.
o    El desconocimiento del sistema de patentes.
Erradicar de forma definitiva estas cuestiones resulta bastante complicado, pero es conveniente emplear algunos instrumentos que pueden mitigar sus efectos.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que la innovación mal entendida puede acarrear una serie de peligros. En concreto, se pueden confundir las demandas sociales con los intereses empresariales y que realmente no lleguen a la sociedad conocimientos, productos o servicios que no se consideren rentables. En definitiva, se debe evitar considerar a la Universidad como un elemento más del producto interior bruto de un país.
Definición del escenario deseado.
En concordancia con todo lo expresado anteriormente, cuando se habla de un escenario deseado, éste se debe describir a partir del análisis de los elementos que lo componen.
Se puede empezar con la implantación de un modelo de Universidad moderna. Una Universidad que incluya entre sus funciones básicas: la formación, la investigación y la transferencia de resultados a la sociedad. Estos fines institucionales se encuentran imbricados entre sí y, de forma conjunta e inseparable, proporcionan a la sociedad pensamiento y nuevos conocimientos que se transforman tanto en el desarrollo personal de sus ciudadanos como en la creación de nuevas empresas.
En definitiva, es importante consolidar la idea de que la Universidad debe proporcionar a la sociedad igualdad de oportunidades, cohesión social, progreso, crecimiento y bienestar.
Por lo que respecta al papel de la investigación en la Universidad: por un lado, debe tener un carácter multidisciplinar, que derribe los compartimientos estancos entre áreas y por el otro lado, debe adaptarse a las necesidades del tejido socio-económico e integrarse en el sistema de innovación. De esto modo, se romperá el aislacionismo del que se acusa a la Universidad. Por otro lado, debe acabarse, también, con la dicotomía establecida entre investigación básica y aplicada.  Es necesario convencerse de que hay que apoyar a la investigación sin más. A la investigación guiada por la curiosidad, la de carácter estratégico y la demandada por el tejido productivo.
Además, se demanda que la Universidad, como proveedor de conocimiento y tecnologías, se integre en el llamado modelo de la nueva economía, donde convivirá con el sector productivo como demandante de tecnologías, otorgando a la Administración el papel de diseñadora y ejecutora de la política científica.
De este modo, surge la denominada sociedad del conocimiento, definida por la innovación y el uso intensivo y extensivo de las nuevas tecnologías, tanto en el aprendizaje, como en la transferencia del conocimiento y en la producción. De manera que este modelo se apoya en la investigación y el desarrollo, así como en la capacidad de transferencia del conocimiento, tanto al sector productivo como a la sociedad en general. Con ello, se busca que las empresas adquieran ventajas competitivas tanto con la gestión del conocimiento como con las innovaciones tecnológicas.
Figura 3. La cadena de la innovación
De acuerdo con todo esto, la Universidad, el tejido empresarial y el mercado conforman la denominada cadena de la innovación, tal y como se describe en la figura 3. En ella, la Universidad actúa como generadora de ciencia que produce resultados de la investigación, encaminados a producir nuevas innovaciones científicas, o bien a ser transferidas al tejido productivo para convertirse en tecnología.
Ambas vertientes resultan de gran interés: la primera de ellas asegura que la máquina de generar conocimientos no se para y la segunda, encamina los nuevos conocimientos no comercializados al tejido productivo.
En cuanto a la absorción de este saber hacer por parte de las empresas, puede realizarse mediante proyectos de colaboración o acuerdos conjuntos para desarrollar los nuevos productos o servicios, licenciamiento de patentes o creación de nuevas empresas spin-off que sirven a la vez para renovar el tejido empresarial y alcanzar un nivel de maduración de las nuevas tecnologías. Asimismo, este tipo de empresas de origen universitario poseen gran interés debido a que en la mayoría de los casos guardan una estrecha relación con la Universidad/Institución que facilita la transferencia del conocimiento.
El último paso de la cadena de la innovación se produce cuando el tejido empresarial convierte la tecnología en una innovación. Cuando logra introducir el nuevo producto o servicio en el mercado. En este último paso, la Universidad puede influir de forma indirecta mediante la educación y la divulgación científica.
El objetivo es configurar una sociedad sofisticada que exija nuevas innovaciones, que actúe como cliente exigente, que exija nuevos retos al tejido empresarial.
Toda la cadena de la innovación se ve alterada debido a que carece de mecanismos de realimentación apropiados entre las universidades y las empresas, con objeto de conocer las ofertas de la primera y las demandas de la segunda. Para ello, se deben articular diversos mecanismos que actúen de puente entre la Universidad y el sistema socioeconómico.
Se deben crear mecanismos en el seno de las universidades que promocionen y faciliten, de forma proactiva la “tercera misión de la Universidad”. Estos mecanismos pueden ser complementados por estructuras que apoyen la investigación aplicada, como son los Institutos Universitarios.
Por otro lado, el desarrollo de un sistema de pre-incubación e incubación de empresas, las denominadas “spin-off universitarias” junto con una promoción de la cultura del emprendimiento pueden ayudar, también, a complementar los mecanismos existentes de transferencia de tecnología.
Para concluir, y como medida complementaria, es preciso garantizar y potenciar la movilidad de investigadores, con objeto de integrarlos en la empresas como tecnólogos. Todo lo cual ayudará a reforzar las conexiones entre la Empresa y la Universidad.
Esto que pudiéramos denominar “ecosistema de la innovación” tiene que activarse y dirigirse con medidas concretas, establecidas por la Administración central o regional. Siendo necesaria la creación de Parques Científicos en los que se agrupen empresas innovadoras vinculadas a la Universidad.
Además, es imprescindible llevar a cabo una política de incentivos para promocionar la investigación en sus distintas vertientes, para potenciar la transferencia a las empresas y producir innovación.
Las medidas concretas que se plantean y que pueden ponderarse en mayor o menor medida, en función de la situación particular de cada país o región, son las siguientes:
1.    Establecer un sistema de titulaciones universitarias que posean un carácter lo más homogéneo posible, que abarque la mayor territorialidad y que posea un carácter transnacional. Asimismo, tiene que ser flexible para que se adapte a las necesidades concretas de las demandas sociales.
2.    Diseñar un sistema de indicadores que pueda ser utilizado para realizar la diagnosis del sistema de innovación y que será la base para el diseño de estrategias que ayuden a paliar las disfunciones existentes.
3.    Potenciar las estructuras de transferencia de tecnologías en el seno de las universidades, que se encargarán de la identificación de los resultados de la investigación, de propiciar su transferencia al mercado y de establecer acuerdos de colaboración entre la Universidad y la Empresa.
4.    Actuar sobre la cultura del emprendimiento y la protección de la propiedad intelectual e industrial, dirigida a toda la comunidad universitaria. Esta acción, debe complementarse con un sistema de incubación de “spin-off universitarias”, que se fundamentarán en conocimiento protegido.
5.    Potenciar las redes de transferencia de tecnología entre universidades con el objeto del intercambio de buenas prácticas, como con instituciones o empresas de otros ámbitos para establecer círculos de innovación.
6.    Establecer mecanismos de divulgación científica de la ciencia que se produce en las universidades. El objetivo es que esta promoción de la ciencia llegue al público en general para que la universidad sea considerada y valorada en la sociedad.
7.    Propiciar la creación de Centros Tecnológicos en conexión con las universidades, que ayuden tanto a identificar las necesidades de las empresas de un mismo sector, como a resolver sus problemas más tecnológicos.
8.    Establecer medidas concretas de transferencia de tecnología orientada al desarrollo de las regiones menos favorecidas. Se trata de exportar tecnologías útiles a zonas deprimidas para favorecer el aumento del bienestar social.
Adelaida de la Calle